A casi medio siglo del estreno de El Chavo del 8, una revelación sobre la decisión creativa de su creador ha generado conversación entre los seguidores del icónico programa. En el más reciente episodio de la serie documental que repasa la vida y obra de Roberto Gómez Bolaños, se explica por qué los personajes infantiles fueron interpretados por adultos y no por niños reales.
Lejos de ser una elección arbitraria, “Chespirito” tomó esta decisión por una convicción personal profunda: creía firmemente que la actuación desde una edad muy temprana podía perjudicar el desarrollo emocional de los menores. Según lo narrado en el episodio, Gómez Bolaños consideraba que el ambiente de la industria del entretenimiento podría privar a los niños actores de una infancia normal, con experiencias propias de su edad, y exponerlos a presiones poco saludables para su crecimiento.
Esta visión lo llevó a rodearse de actores adultos como María Antonieta de las Nieves (La Chilindrina), Carlos Villagrán (Kiko) y Édgar Vivar (Ñoño), quienes, con talento y carisma, dieron vida a los entrañables personajes que han trascendido generaciones en toda América Latina.
La elección de Gómez Bolaños se interpreta hoy como un acto de sensibilidad y ética profesional que buscaba proteger la infancia, incluso fuera de cámaras.
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